Sabía que esto pasaría.
Después de haber hecho el top ten, leo un libro que habría merecido tener un
puesto en él.
Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no
fuéramos tú y yo es especial, diferente. No es la mejor historia, ni considero a Albert Espinosa el
mejor escritor, pero tiene un toque casi mágico que hace que sea una lectura
amena y, casi, imprescindible. De vez en cuando nos regala frases memorables
(como la del título, que da nombre a uno de los capítulos) y, para terminar de
ganarme, describe la Plaza Mayor de Salamanca como “hermosa. Sin duda opino que
es la plaza más bella que existe”.
Es genial que un lugar en el
que han transcurrido tantos buenos momentos de mi vida pase a la posteridad
entre las líneas de una novela que tanto me ha gustado. Me encantaría poder
describirla con la misma fuerza o incluso el mismo sentimiento. Pero lo
dejaremos así, ya que sus palabras son perfectas y yo ahora no estoy en mi
mejor momento.
En fin, dicen que para ser un
buen traductor primero hay que ser (buen) escritor. Yo lo comparto, y hago todo lo que
puedo por conseguirlo, aunque me conformaría con llegar a ser la mitad de bueno
que Albert Espinosa.
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