miércoles, 19 de septiembre de 2012

Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxeberria


-No entiendo por qué lees esa basura –le dije yo, enfurruñada, no porque censurase realmente sus gustos en materia de lectura sino porque quería llamar su atención. […]
-No me seas fascista cultural, anda. ¿Qué pretendes? ¿Que me pase el día entero leyendo Dostoievski o algo así?


No estoy demasiado familiarizado con la obra de Lucía Etxeberria: sólo he leído Amor, curiosidad, prozac y dudas. Y lo hice porque tuvo el detalle de poner un nombre de medicamento en el título… y porque estaba en mi famoso Los 101 libros que deberías leer. Sin embargo, no bastó para que me aficionara. Si me animé a cogerlo en la biblioteca fue porque estaba buscando Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dimeven y me topé con éste en la misma estantería (Espinosa – Etxeberria). Leí la primera página por curiosidad (no por Prozac, ni por amor) y me encontré con este párrafo… tenía que ver cómo seguía, no podía evitarlo.

Resulta que ya he tenido muchas discusiones parecidas a lo largo de mi corta vida literaria, a veces porque yo no me he limitado a los grandes clásicos. Nada más lejos. De hecho, siempre he leído lo que mi estado emocional me permitía según el momento y, a veces, el cuerpo te pide algo ligero, infantil o, simplemente, inofensivo. Tal vez sea mejor leer un best seller, o una novela juvenil que un clásico que no podrás apreciar en toda su magnitud.

Además, creo que hay que considerar una cosita sin importancia: no todos los best seller son malos. ¿Por qué deberían serlo? Simplemente son libros que se han vendido bien, que ya han gustado a miles de personas antes y que algo bueno tienen que tener.

Así que me pongo en el lugar de Mónica (el personaje en boca del cual pone Lucía Etxeberria las palabras de la cita del principio) y defiendo la libre lectura. ¡Fuera el fascismo cultural!

En cuanto al libro, ha terminado por engancharme. Está enfocado desde una perspectiva totalmente distinta a cualquier otra novela que haya leído, pero aborda los temas de siempre: el amor, la soledad, las dudas, la necesidad de cambio… Todo ello con un hilo conductor muy original. La redacción es impecable, y tiene muchos otros párrafos que merecen la pena y que bien podrían abrir esta entrada... La única pega que le pongo es que la portada, al menos la de la edición que he leído, no está a la altura.

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