Las agujas de los relojes avanzan inexorablemente en su
eterno recorrido circular, testigos y verdugos del paso del tiempo. No saben
que miles de manos por todo el mundo se pondrán de acuerdo esta noche para
frenar dicho avance y para obsequiarse a sí mismos con el regalo del tiempo.
A cambio de
sesenta minutos más, tan sólo deberán pagar con un periodo de oscuridad y frío.
También deberán presentar un aval: la promesa de que devolveremos esa hora
robada en abril. Entonces, seremos nosotros los que recibiremos una recompensa:
días más largos y luminosos, y la posibilidad de dar la bienvenida a la
primavera.
Sin embargo,
lo importante es que hoy no debemos bajar la guardia: el invierno acecha tras
los relojes vilmente violados, mientras que los inocentes habitantes del mundo
moderno tratan de apurar al máximo esos sesenta minutos que han recibido a
cambio sin ser conscientes de lo que aguarda. Vulgares mortales…
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