martes, 29 de enero de 2013

El perro que ladraba a las olas


Hoy he terminado mi primera tanda de exámenes. Eso me ha dejado con más tiempo libre de lo normal, unas ganas de vaguear incontenibles, la sensación de que podría estar haciendo algo más productivo y un número de ideas sobre las que hablar en el blog igual a cero.
Por eso, una vez más me veo obligado a recurrir a esos textos que escribo erráticamente y que nunca llego a publicar. Y digo erráticamente porque éste en concreto se había quedado guardado en un rincón escondido de mi pen drive. Sin embargo, me ha gustado y me ha traído buenos recuerdos. Además, me da la sensación de que lo escribí en un momento en el que mi estado anímico, para bien o para mal, era parecido; así pues, disfruta de la extrapolación.

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Hoy no tengo nada que aportar, pero lo del  perro que ladraba a las olas me ha gustado. Es imposible no visualizar al animalito, solo frente al mar, ladrándole a las olas en una batalla perdida de antemano. Un título perfecto para un libro: evocador y con gran magnetismo. Sin embargo, como traducción lo podríamos considerar poco menos que una catástrofe.
Resulta que el título original de la obra de Hugo Hamilton es The Speckled People. Ya ves que no tiene nada que ver. Pero ¿qué habrías hecho tú? ¿Una traducción “chapucera”, aunque más fiel al original? Ya hemos dicho que las traducciones más infieles son las más bellas, y encima el título es uno de los factores más importantes en un libro. Si quieres venderlo, la traducción pasa a un segundo plano y se inclina ante los avariciosos designios del marketing, infiel por definición.
Yo romperé una lanza a favor del alternativo ‘El perro que ladraba a las olas’. No sólo me gusta más, sino que una de las traductoras me da clase actualmente. Si llega a ver esto, a lo mejor lo tiene en cuenta: unas decimillas más nunca vienen mal…

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Supongo que ahora te estarás preguntando qué pasó con la nota de esa asignatura. Como no lo publiqué, no hubo posibilidad de que la "profe" lo viera y me valorara en consecuencia. Una pena, porque casi necesité esas décimas. Igual más adelante.

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