Un
nuevo cuatrimestre siempre llega cargado de sorpresas, novedades y todo tipo de
desengaños (eso te pasa por pensar que podrías hacer el vago durante cuatro
meses enteros). En mi caso, el sentimiento general ha sido de desconcierto ante
lo que se me viene encima. Vaya todo por Dios. Sin embargo, no puedo evitar
hablar acerca de algunas de mis primeras impresiones, y me toca empezar con la
prima-hermana de la ya celebérrima consecutiva. Me refiero, bien sûr, a la interpretación
simultánea.
¿Qué
decir de ella? Supongo que lo primero que le llama la atención a cualquier primerizo
en el tema y yo lo soy, son las cabinas de interpretación. Aunque apenas si son
receptáculos de un par de metros cuadrados, encierran en su interior una
tecnología abrumadora (abrumadora al menos para un informatinepto como yo):
auriculares, micrófonos, paredes insonorizadas, un par de (proyectos de)
intérpretes asustados…
Es
cierto que parece complicada, que hará falta mucho esfuerzo y muchas horas de
prácticas y que no podré recurrir a mi elaborada técnica de toma de notas, pero
también tengo buenas vibraciones al respecto… basadas en mis dos únicas
experiencias. Espero profundizar pronto y no cambiar demasiado de opinión; igual en mayo publico que dejo la carrera por culpa de esta asignatura. No, parece poco probable.
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