jueves, 25 de julio de 2013

La importancia de escribir bien (en español)

Hace muchos años, un profesor de lo que por aquel entonces se llamaba ‘Lengua Española y Literatura’ planteó una pregunta para comenzar el curso: cuál era el objetivo de su asignatura. Todos nos quedamos un poco sorprendidos. Tal vez nuestra curiosidad había desaparecido con nuestra infancia. Tal vez la adolescencia no había venido acompañada de una nueva capacidad para cuestionarlo todo. Tal vez, simplemente, nuestro conformismo nos había llevado a una actitud tan pasiva que ni siquiera se nos había ocurrido pensar que había un motivo detrás de esa materia.

Yo por aquel entonces ya presumía de lo bien que escribía. No había faltas de ortografía que mancharan mis redacciones, no faltaban más acentos que los que no ponía por despiste e incluso las comas parecían estar en su sitio. Sin embargo, mi escritura aceptable había llegado a mí de forma tan pasiva como yo había alcanzado la adolescencia. No había un porqué detrás.

Supongo que por eso me quedé callado y esperé a que fuera el profesor el que respondiera a su propia pregunta, algo que hacemos los estudiantes en un porcentaje absurdo de las veces. Alguno de mis compañeros sí que aventuró une especie de respuesta, algo parecido a ‘para escribir bien’, pero eso tan solo trajo consigo una nueva pregunta: para qué servía escribir bien.

La clase parecía animarse y ahora sí que hubo distintas respuestas: para ser más culto, para dar buena imagen… El profesor las dio por buenas, pero valoró especialmente una opción un poco más atrevida: para expresar mejor los sentimientos.

Por algún motivo, esa afirmación se quedó grabada en mi cabeza y, a día de hoy, se ha convertido en la razón principal por la que lucho por escribir de la mejor manera posible. Muchas veces me he refugiado en algo parecido a un diario, en garabatear frases aleatorias o en transcribir la letra de mis canciones favoritas. Iba en busca de consuelo y sé que no lo habría encontrado si mi español no me lo hubiera permitido. Si no supiera escribir (bien) no habría podido expresar lo que sentía y quizá esa incapacidad habría traído consigo frustración y rabia, en lugar del consuelo que yo anhelaba.

Supongo que, por tanto, eso es lo que yo respondería si me preguntaran ahora mismo cuál es la importancia de saber escribir bien.

Habrá quien argumente que no es necesario tener una ortografía impoluta, o una perfecta redacción, para poder expresar sus sentimientos. En ese caso, mi razonamiento sería inválido y tendría que aportar otros motivos que hacen que escribir bien sea tan importante.



No hay problema, porque hay otra razón fundamental - principalmente para los traductores: escribir correctamente también es un medio de vida. El nuestro. Un impecable manejo del español es nuestra carta de presentación, nuestro aliado y nuestra mejor arma. Es lo que permitirá decir, sin errores, todo lo que queremos y es la herramienta gracias a la cual podremos afirmar, con la frente bien alta que somos «un buen traductor».

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