jueves, 29 de agosto de 2013

Un español en Bonn

Ya llevo algunas semanas residiendo en Alemania. He venido a Bonn a hacer un curso de alemán antes de irme a Heidelberg de Erasmus y, aunque no tengo intención de convertir este blog en un diario, sí que me gustaría compartir una serie de conclusiones a las que he llegado después de vivir entre teutones y, en realidad, gente de todo el mundo.

1.-Hay que tener cuidado en los bares y restaurantes de Alemania porque, pidas lo que pidas, te van a dar cerveza. Puede parecer exagerado, pero prometo públicamente que en un pub irlandés pedí una pizza (sí, todo muy coherente) y a los pocos segundos me vi con una pinta en la mano. No sé si es que mi pronunciación es todavía peor de lo que yo pensaba o es que la camarera me odiaba, pero por lo menos la cerveza estaba buena (lo cual tiene especial mérito si tenemos en cuenta que NO me gustan las bebidas alcohólicas). Asimismo, aprovecharé para anunciar que muchas veces das Bier es más barata que el agua.

2.-Cuando vas al extranjero tienes que estar preparado para que te hagan todo tipo de preguntas extrañas. Me ha tocado explicar más de una vez dónde está Salamanca (comprensible y justificable), pero también me he tenido que enfrentar a una cuestión tan desconcertante como '¿En España se usa mucho el microondas?'.

3.-El país germano ha permitido que mi alemán haya mejorado estos días; sin embargo, reconozco que he hablado principalmente en inglés. Sin duda, se ha convertido en un lenguaje universal, pero también hay dos factores que me han empujado a ello: la ausencia de españoles (un saludo para los pocos con los que he compartido curso) y lo endiablado del idioma de Goethe. En fin, un poco de práctica nunca viene mal...

4.-Los estereotipos se cumplen. No siempre, pero se cumplen. A mí me han dicho ya unas cuantas veces que tengo cara de español, pero es que también hay italianos, estadounidenses, británicos y algún que otro ruso se adaptan perfectamente a los tópicos correspondientes.

5.-Hay pocas personas que se atrevan con el alemán. Sólo los más valientes y aquéllos con inquietudes lingüísticas especialmente desarrolladas lo consiguen. Tal vez por eso me he encontrado con gente tan variopinta y me he visto en situaciones tan curiosas. Por ejemplo, hablando italiano con una polaca o francés con un griego. También sorprende la cantidad de personas que están aprendiendo español o que dominan con soltura un buen número de idiomas.


6.-Pocas experiencias te van a permitir crecer como persona tanto como vivir una temporada (aunque sean unas pocas semanas) en otro país y rodeado de gente de, literalmente, todo el mundo (sin ir más lejos, el pasado martes echamos un partido de baloncesto otros seis amigos y yo; éramos sólo siete personas y procedíamos de cuatro continentes distintos). Es increíble lo que se puede llegar a aprender y lo enriquecedor que resulta. Por ello, termino con otro saludo para mis nuevos amigos de Ucrania, Grecia, Irán, Rusia, Estados Unidos, Turquía, Japón o Túnez.

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