Aunque hasta este momento
he intentado ser totalmente imparcial en este blog (a veces tal vez
demasiado), ahora el tema de las becas Erasmus está de rabiosa
actualidad y sí que me gustaría aportar mi humilde opinión.
Resulta que, de todos es
sabido, el Gobierno de España cuenta con poco dinero. Por ello, una
de las soluciones que se les ha ocurrido para mejorar la situación
es reducir la cuantía de las Becas Erasmus. Al fin y al cabo, los
afortunados becarios ya perciben una pequeña cantidad de dinero
procedente del fondo europeo y, según se comenta por ahí, vivir
esta experiencia no es algo necesario, sino más bien un lujo o un
capricho.
Supongo que ahí es
cuando yo debería intervenir y reflejar mi opinión en este mi
querido blog. Puedo llegar a entender la postura de los que defienden
que el Erasmus es algo prescindible, pero también me veo en la
obligación moral de compartir lo que estoy viviendo durante esta
experiencia para que esa gente cambie su manera de pensar.
Desde que llegué a
Alemania, el número de personas a las que he conocido es enorme y,
de ellos, hay muchos que merecen la pena. Es gente con la que voy a
clase, hago los deberes y las tareas domésticas, viajo y salgo de
fiesta. Una vida similar a la que podría haber llevado en España
pero con varias diferencias sustanciales: la primera, que muchas de
estas personas proceden de otros países. Esto implica un
enriquecimiento cultural indescriptible y la posibilidad de practicar
uno (o más) de los idiomas extranjeros. Segundo, que las clases en
Alemania, aunque distintas a las españolas, no son un regalo en
absoluto: todos nosotros, por muy Erasmus que seamos, tenemos que
asistir con regularidad, trabajar la materia, hacer los deberes y,
llegado el caso, estudiar. Tercero: el hecho de que, como he leído
en un blog de una compatriota que también está este año de
Erasmus, todo esto es una inversión en educación: estas becas
permiten formar a los estudiantes españoles en el extranjero, con lo
que conocerán las costumbres, el modo de vida y el idioma del país
en cuestión al mismo tiempo que continúan con su formación
universitaria. Puede que algunas personas hayan salido de fiesta más
de la cuenta o hayan estudiado menos de lo que deberían, pero ,desde
mi experiencia personal, me cuesta creerlo.
Supongo que este tema ya
ha sido muy trillado en los últimos días y no hay mucho más que
pueda aportar. Por ello, para finalizar esta entrada sólo diré que,
si de mí dependiera, ni las becas Erasmus ni ninguna parte de ellas
desaparecerían.
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