martes, 5 de noviembre de 2013

La supervivencia de las becas Erasmus

Aunque hasta este momento he intentado ser totalmente imparcial en este blog (a veces tal vez demasiado), ahora el tema de las becas Erasmus está de rabiosa actualidad y sí que me gustaría aportar mi humilde opinión.

Resulta que, de todos es sabido, el Gobierno de España cuenta con poco dinero. Por ello, una de las soluciones que se les ha ocurrido para mejorar la situación es reducir la cuantía de las Becas Erasmus. Al fin y al cabo, los afortunados becarios ya perciben una pequeña cantidad de dinero procedente del fondo europeo y, según se comenta por ahí, vivir esta experiencia no es algo necesario, sino más bien un lujo o un capricho.

Supongo que ahí es cuando yo debería intervenir y reflejar mi opinión en este mi querido blog. Puedo llegar a entender la postura de los que defienden que el Erasmus es algo prescindible, pero también me veo en la obligación moral de compartir lo que estoy viviendo durante esta experiencia para que esa gente cambie su manera de pensar.

Desde que llegué a Alemania, el número de personas a las que he conocido es enorme y, de ellos, hay muchos que merecen la pena. Es gente con la que voy a clase, hago los deberes y las tareas domésticas, viajo y salgo de fiesta. Una vida similar a la que podría haber llevado en España pero con varias diferencias sustanciales: la primera, que muchas de estas personas proceden de otros países. Esto implica un enriquecimiento cultural indescriptible y la posibilidad de practicar uno (o más) de los idiomas extranjeros. Segundo, que las clases en Alemania, aunque distintas a las españolas, no son un regalo en absoluto: todos nosotros, por muy Erasmus que seamos, tenemos que asistir con regularidad, trabajar la materia, hacer los deberes y, llegado el caso, estudiar. Tercero: el hecho de que, como he leído en un blog de una compatriota que también está este año de Erasmus, todo esto es una inversión en educación: estas becas permiten formar a los estudiantes españoles en el extranjero, con lo que conocerán las costumbres, el modo de vida y el idioma del país en cuestión al mismo tiempo que continúan con su formación universitaria. Puede que algunas personas hayan salido de fiesta más de la cuenta o hayan estudiado menos de lo que deberían, pero ,desde mi experiencia personal, me cuesta creerlo.


Supongo que este tema ya ha sido muy trillado en los últimos días y no hay mucho más que pueda aportar. Por ello, para finalizar esta entrada sólo diré que, si de mí dependiera, ni las becas Erasmus ni ninguna parte de ellas desaparecerían.

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