Cuando oímos la
palabra traductor sólo se nos viene a la cabeza ese personaje abstracto que, en
pijama, se sienta delante de un ordenador y pasa un libro que
está en -pongamos- inglés al -pongamos- español. Con un
poco de suerte, habrá quien piense en esas personas que, escondidas
en una cabina y ataviadas con unos auriculares, traducen
simultáneamente el contenido de una conferencia: los intérpretes de
toda la vida. Sin embargo, a veces nos olvidamos de que hay otras
modalidades de traducción, algunas tal vez no tan evidentes.
Por ejemplo, existe la
denominada 'traducción intersemiótica'. Es la que se da cuando
pasamos una misma historia de un formato a otro. El paradigma sería la adaptación cinematográfica de
un libro, pero también incluiría otras como poema-novela,
película-obra de teatro, cómic-película... Y viceversa. Las
combinaciones son infinitas.
El caso es que en torno a
esta modalidad de traducción gira un trabajo que tengo que hacer
para la asignatura de Lengua Española IV. Supongo que lo más fácil en
mi caso es elegir la versión cinematográfica de un libro, sobre
todo si tenemos en cuenta que leo todo lo que cae en mis manos y que
mis visitas al cine prácticamente se limitan a ver las pelis de los
libros que me he leído anteriormente. De hecho, ya he terminado la
que tenía en mente y me ha gustado. No sólo porque la adaptación
estaba a la altura de las circunstancias, sino también porque hay
muchas cosas que comentar y, con un poco de suerte, me saldrá una presentación aceptable.
Sin embargo, no lo voy a
desvelar todavía. Trabajaré en el tema y, sí, publicaré una
entrada al respecto. De todos modos, deséame suerte. Y, por supuesto, feliz año nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario