sábado, 21 de marzo de 2015

Quantic love, de Sonia Fernández-Vidal

Aunque no estoy a favor de juzgar un libro por su portada, creo que puede ser una razón tan buena como cualquier otra para elegir nuestra próxima lectura. O algo así pensé cuando vi el llamativo átomo dibujado en el lomo de Quantic Love, en la sección de literatura juvenil de la biblioteca.

Evidentemente, sabía a lo que me enfrentaba: una historia para adolescentes en la que la ciencia y, presumiblemente, el amor se entrecruzarían constantemente. Podría haber sido un libro del montón, como tantos otros, de los que tanto habría disfrutado en mi adolescencia (por algún motivo, ya me considero adulto); pero también podía tener la suerte de encontrarme ante un ejemplar algo más original por el motivo que fuera. Pues fui afortunado y lo que ocurrió se corresponde más con la segunda opción.

No es que no fuera una histora (un poco) prototípica, dirigida a un público juvenil casi exclusivamente, porque en realidad sí que lo es. Pero es que, además, está plagado de citas interesantes y datos bibliográficos de científicos famosos, así como de explicaciones sobre diversos descubrimientos, procesos e instalaciones científicas. No en vano, la autora es una reputada doctora en física, que ha trabajado en los más prestigiosos centros de investigación. Con Quantic Love ha demostrado que tampoco se le da nada mal escribir, que se puede acercar la ciencia a los jóvenes un poquito más y que los híbridos de ciencias y letras no somos tan raros.

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