viernes, 24 de abril de 2015

El día después del Día del Libro



24 de abril. Con permiso de los cumpleañeros y personas que celebren festividades y aniversarios varios (cómo mola la aliteración, por cierto. Y felicidades a los susodichos, ya que estamos), creo que lo más destacable de esta fecha es que es el ‘día después del Día del Libro’ (aunque aquí la repetición de 'día' no mola tanto... ¡Ojalá tuviéramos en español una palabra como el lendemain francés!)

No, no es la primera entrada que dedico a tan insigne ocasión. Sin embargo, esta vez he dejado que pasen 24 horas (nueva repetición, esta vez de un número… ¡Estoy que me salgo!) para poder reflexionar y aportar en esta entrada algo más que una simple felicitación.

Resulta que en los tiempos que corren, con acceso ilimitado a internet y un ritmo de vida frenético, ya no leemos. También ocurre que los jóvenes han perdido todo el interés en la literatura, el arte y la cultura, y sólo muestran una moderada pasión por las redes sociales y ese apéndice de su cuerpo en que se ha convertido el móvil de turno. Por último, se dice que la irrupción del ebook pone en peligro la pervivencia del formato tradicional y que los libros pronto pasarán a ser parte del pasado.

Pues bien, la impresión que tuve ayer, tras una hora larga paseando entre los puestos de las librerías, no se corresponde precisamente con ninguna de esas tres afirmaciones. Para empezar, la plaza estaba a rebosar de ávidos lectores, ansiosos por adquirir algún ejemplar a un precio un 10 % más económico. Y no había únicamente personas mayores, tal vez poco familiarizadas con la tecnología y, por tanto, el libro electrónico, sino que también muchos niños y adolescentes ojeaban las páginas, leían los títulos o acariciaban los lomos de los libros elegidos.

No sé hasta qué punto la muestra de ayer es representativa de toda la sociedad, pero puedo decir que el agobio, los empujones, los pisotones y los codazos no fueron ayer motivo de enfado, sino de alegría. Eso, unido a los cuatro libros que me llevé para casa, volvieron a pintar en mi cara esa sonrisa de la que ya hablé hace dos años (es la misma entrada, pero no he podido evitar volver a pegar el enlace).

Tengo que reconocer que me resultó un poco complicado hacer una selección de títulos. Fui con la idea fija de evitar best sellers (no porque esté en contra, simplemente porque muchas veces me siento culpable si compro un libro en un puesto y luego lo veo en otro) y libros que, con mayor o menos probabilidad, no voy a leer. Además, resulta difícil elegir sin leer la sinopsis, algo a lo que me opongo categóricamente. De momento, por suerte, sigo satisfecho con mis compras y estoy casi seguro de que me los leeré todos en un futuro próximo y disfrutaré con ellos. Ya te contaré.

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