Hace poco, publiqué una entrada en la que hablaba (de la existencia) del lenguaje científico-técnico. Lo hice
porque mi TFG mencionaba este tema, porque hay un pequeño debate al respecto y
porque la traducción de este campo es una de las muchas salidas de la carrera.
El mundo de la traducción es algo
inabarcablemente amplio. Nunca podemos saber si nos va a tocar traducir un
folleto turístico, una demanda de divorcio o un artículo científico, pero
tenemos que (intentar) estar preparados para cualquiera de ellos. Por suerte, a
medida que pasa el tiempo, es habitual que nos vayamos especializando. O, más
bien, y como dijo alguien más sabio que yo, que el mercado nos vaya
especializando. Entonces empezamos a adquirir más experiencia y una mayor
destreza en ese campo concreto.
Esta especialización es lo que
hace que haya traductores profesionales que se autodenominen, por ejemplo
‘traductores científicos’ o, si su ámbito es un poco más concreto, ‘traductores
biosanitarios’, ‘traductores médicos’, ‘traductores farmacéuticos' y un largo etcétera. Y ahora es
cuando nos podemos plantear la eterna pregunta, que trae de cabeza a propios y
extraños: ¿quién debe traducir un texto especializado? ¿Debe ser un experto en
la materia con conocimientos de ambos idiomas? ¿O un traductor titulado que
sepa cómo documentarse y cómo redactar el texto en cuestión?
Parece que la respuesta obvia
sería ‘una persona especializada en ambos campos’. Sin embargo, no siempre
tendremos a nuestra disposición a alguien que se haya formado tanto en traducción
como en la materia dada. Además, el hecho de haber recibido una formación en
los dos campos no garantiza siempre un resultado excelente, ya que hay miles de
factores que pueden influir en la calidad de una traducción: el plazo que nos
den, la combinación lingüística (siempre nos sentiremos mejor con una de
nuestras lenguas que con el resto), nuestro estado de ánimo al afrontar el
encargo…
En realidad, y como sucede con
todo en esta vida, no se puede dar una respuesta definitiva. Sin embargo, sí
que me gustaría exponer mi punto de vista, y es que, en mi opinión, cualquier
opción puede llegar a ser válida: el encargado de hacer el trabajo puede ser tanto un
traductor como una persona especializada en el tema en cuestión siempre y cuando
se garantice un resultado óptimo.
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