miércoles, 19 de agosto de 2015

La traducción científico-técnica



Hace poco, publiqué una entrada en la que hablaba (de la existencia) del lenguaje científico-técnico. Lo hice porque mi TFG mencionaba este tema, porque hay un pequeño debate al respecto y porque la traducción de este campo es una de las muchas salidas de la carrera.

El mundo de la traducción es algo inabarcablemente amplio. Nunca podemos saber si nos va a tocar traducir un folleto turístico, una demanda de divorcio o un artículo científico, pero tenemos que (intentar) estar preparados para cualquiera de ellos. Por suerte, a medida que pasa el tiempo, es habitual que nos vayamos especializando. O, más bien, y como dijo alguien más sabio que yo, que el mercado nos vaya especializando. Entonces empezamos a adquirir más experiencia y una mayor destreza en ese campo concreto.
 
Esta especialización es lo que hace que haya traductores profesionales que se autodenominen, por ejemplo ‘traductores científicos’ o, si su ámbito es un poco más concreto, ‘traductores biosanitarios’, ‘traductores médicos’, ‘traductores farmacéuticos' y un largo etcétera. Y ahora es cuando nos podemos plantear la eterna pregunta, que trae de cabeza a propios y extraños: ¿quién debe traducir un texto especializado? ¿Debe ser un experto en la materia con conocimientos de ambos idiomas? ¿O un traductor titulado que sepa cómo documentarse y cómo redactar el texto en cuestión?

Parece que la respuesta obvia sería ‘una persona especializada en ambos campos’. Sin embargo, no siempre tendremos a nuestra disposición a alguien que se haya formado tanto en traducción como en la materia dada. Además, el hecho de haber recibido una formación en los dos campos no garantiza siempre un resultado excelente, ya que hay miles de factores que pueden influir en la calidad de una traducción: el plazo que nos den, la combinación lingüística (siempre nos sentiremos mejor con una de nuestras lenguas que con el resto), nuestro estado de ánimo al afrontar el encargo…

En realidad, y como sucede con todo en esta vida, no se puede dar una respuesta definitiva. Sin embargo, sí que me gustaría exponer mi punto de vista, y es que, en mi opinión, cualquier opción puede llegar a ser válida: el encargado de hacer el trabajo puede ser tanto un traductor como una persona especializada en el tema en cuestión siempre y cuando se garantice un resultado óptimo.

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