jueves, 22 de septiembre de 2016

Especializarse o no especializarse, ésa es la cuestión



¡Ay, el eterno dilema! ¿Es necesario que un traductor se especialice? En ese caso, ¿por qué? Y en caso contrario, ¿qué ocurre si no lo hace? Demasiadas preguntas, lo reconozco. Y, para variar, mi respuesta no será del todo firme.

Lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en la posibilidad de especializarnos en un campo específico es que, efectivamente, es una buena idea. Eso nos dará un cierto prestigio y una base sólida sobre la que asentarnos (algo especialmente importante al principio, cuando estamos abriéndonos un hueco en el mundo de la traducción). Además, nos puede llegar a permitir subir un poco las tarifas y poner una coletilla en nuestra carta de presentación: Francisco B., traductor farmacéutico; Fulanito X, traductor financiero; y así sucesivamente.

Sin embargo, no podemos obviar un (tal vez pequeño) inconveniente que es resultado de habernos especializado. Estoy hablando, cómo no, del hecho de que podemos acabar encasillados. Cierto, será en algo que nos gusta y que se nos da bien, pero tal vez nosotros querríamos diversificar un poco más nuestro campo de trabajo… Si el mercado nos lo permitiera. Nos puede pasar que una agencia no nos mande un encargo general porque somos “sólo" traductores jurídicos. También puede pasar, no obstante, que nos llegue un texto sobre geología porque somos “traductores científicos” cuando este perfil se debe en realidad a conocimientos de astronomía, o que nos encarguen traducir el contrato de una tienda de ropa si somos especialistas en moda. Bueno, es trabajo, no lo vamos a rechazar, estemos especializados o no.

Evidentemente, ambas opciones son igual de loables (me refiero a especializarse o no, por supuesto). Está claro que hay traductores estupendos que son tan buenos, en parte, porque se han especializado en algún ámbito. De mismo modo, habrá otros que cuenten con los recursos y los conocimientos suficientes para enfrentarse a (casi) cualquier (tipo de) texto y hacerlo perfectamente. 

Dicho esto, y teniendo en cuenta el uso aleatorio que estoy empezando a hacer de los paréntesis, creo que lo mejor es que ya termine la entrada. Para acabar recordaré que, además de traductor, yo soy farmacéutico... Y de momento, esa combinación sólo me ha traído cosas positivas, esperaremos seguir en esa línea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario